Un despertar por la mañana como otro cualquiera,
y mi única duda esta en elegir si vestirme de gris o de negro.
En mi mesa matinal la manzana o la pera,
y para tragar Café o Zumo.
Mi semblante no es diferente a días anteriores,
ni las arrugas del ojo derecho cambiaron de posición.
El ritual de la salida de casa empieza con un
¡Buenos Días Vecino, Buenos Días Vecina!,
es de cortesía ciudadana sonreír
y enseñar el blanco recién cepillado.
No sabría decir cual es mi casa si miro a la derecha
o a la izquierda ya que todas son reflejos idénticos.
Son las Siete y el Sol saliente
alienta a los circulantes mañaneros con la sagrada obligación
de llegar puntuales a sus centros de producción.
O eres hombre o eres mujer,
o produces o te estas reduciendo,
los acentos personales desaparecieron,
son los cuentos que me cuentan mis abuelos
cada primer domingo de los meses impares
al ir a visitarlos en la ciudad del retiro.
Mi compañera fiel de la cama compartida
gira a la izquierda, yo a la derecha y contaremos las ocho
horas intermedias para volver a vernos,
para volver a conocernos.
Fui un hijo educado en la represión de las emociones,
solo las justas decían…
…pero debí ser un buen intérprete de las apariencias convenientes,
aun hoy en día me pregunto que hay entre el uno y el cero
sino es la mitad hundida de mi propio avanzar.
Todos parecen más felices,
no existe ya ansiedad de pasar hambre,
ni ser un sin techo que aparecían en las películas de Charlie y Chaplin.
Mi negro uniforme inmaculado repela hasta las motas de polvo
que existen en el ambiente.
Desde mi asiento elevo mi vista al techo acristalado
y hasta las nubes parecen desfilar ordenadas…
… es verdad, todo esta correcto, hay paz, hay orden,
pero no encuentro los colores de mis ojos
que se perdieron silenciosamente a través de todos estos años.
Mis ojos …. Tu mirada.
@Ava
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