El que quiera escribir
Poesía
para la galería de los domingos eclesiásticos
o para sobar a los comités puristas de lo políticamente correcto,
que acuda a la plaza de los murmullos públicos,
donde acostumbran a clavar con estacas de palabras afiladas,
a los disidentes que se atrevieron a manifestarse desnudos y vivos.
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