Cristales rotos entre
plumas afiladas
Era la quinta noche,
la quinta recogida de los espejos rotos
con plumas de almohada.
Yacían agonizando los reflejos cristalinos
de besos de antaño y promesas hundidas de amor eterno,
aquellas afiladas que seccionan milímetros de tripa sensible maltratada.
Era la quinta vez que se desintegraba,
en secuencia caída como la luna invisible de una tierra hermana
jamás encontrada.
La sangre no avanzaba, el estado de ingravidez
no permitía desangrarse del dolor acontecido,
y con los ojos a ras de suelo,
el perdió la razón de existencia de este y del otro abrir y cerrar de ojos.
@Ava