Desde el puente Gálata se nutre con historia mi corazón europeo,
me uno con danza a la Asia Menor
y hago girar el cielo encima de mi cabeza.
con brazos extendidos para ser el puente que evite que la pólvora explote.
Si nací cristiano,
mi piel no teme sentir musulmán.
Cierto es que mi mente va más allá,
hasta el Lhasa de todas las comprensiones.
¡Minerva!
Tú sabes que la nieve también cae sobre los techos de la Mezquita Azul
y con tu mirada de cielo untado con miel turca
me impregnas con especies ciegas envueltas con seda de Samsara.
Los bazares de las callejuelas de Estambul,
se marca la emoción y el ritmo continuo del coraje de este pueblo,
de este sentimiento de sangre.
La pasión otomana te inculca fiebre y fervor,
inicia caída de la media luna en tu interior
y tu honor sella pacto con lo que te es sagrado,
secreto y oculto.
Después de esto callas,
después de esto emprendes el camino del maestro.
Desde el centro elevas mirada a la cúpula de la Hagia Sofía
y giras y giras y Constantinopla es solo tuya,
la danza de los derviches,
la absoluta liberación de tus temores,
la aniquilación de tus complejos.
@ Las Crónicas de Ava