Ritual del cuervo negro
Detrás de los contenedores de basura
encadenan en impotencia de rodillas para abajo a los que
buscan por restos de decencia humana en los cartones de los alimentos
que producen las naciones.
Arriba en las esferas hay unos hijos y unas hijas de tejidos lisos perfumados
que abrasan en olvido la sangre disecada de los niños que mueren
por inanición.
Mueven una mano, y la cadena al mando mueve otras manos,
y esas a su vez mueven campañas de invasión
para inventar más necesidades donde antes no había.
Bastardos, todos,
¿Todos?
A tinta impuesta escrita con plumas de cuervo negro
nos marcan aún no sabiendo.
Felicidad, amor, sexo y una tarta al cumplir cincuenta años.
¿De verdad?
¿De verdad creéis que no me doy cuenta de la vanidad de este juego de espejos?
Resistir.
Sinceramente sí.
El ritual del remolino es poderoso, majestuoso al ejercer tentaciones para todos los ojos.
Y si nos colocan en jaque cada día,
pues quiero tener el gusto de romper la corona del rey y romper las reglas.
Paso de la izquierda, de todos los comités populares,
te todos que hablan en nombre del pueblo y se estilizan como estatuas de Lenin
que hace poco vi caer.
Y la libertad de pensar, de decir Si porque tu universo te pide,
no porque ciertos movimientos con siglas de numero y calendario intenten hablar en tu nombre.
No, no y no.
@ Las Crónicas de Ava