sábado, 1 de octubre de 2016

Poesía: Digo A donde pone O



Digo A donde pone O

En términos tradicionalistas no soy especialmente romántico.
Más bien un puñetero duende que dice A donde pone O.
Y trazo líneas según el compás lunar que me guía en mi dedo derecho.

Paris es bonito, si,
pero Praga, llévenme a Praga
y haré de Kafka un poema viviente.

Pulsar.
Pulsar una caricia.
Es como un beso sin besar
pero con cien miles de fichas de emociones que se caen una tras otra en tu cerebro.
Allí también se siente.
No lo nieguen. Se siente.

Y no voy a pedir perdón cuando desato los nudos
y divago con frases siderales por este espacio.

Un sofá,
unos pies y pasos para llegar a el,
un mando de distancia para transportarme a un mundo Star Trek.

A veces soy parco en palabras.
Puede haber varios motivos detrás:
Cansancio, hartazgo por la abundancia de expresiones
que solo van al río y no dicen nada,
el gusto al silencio,
la caricia a una piedra que relaja,
o paisajes de música ambiental para entrar en túneles de trance.

La escasez soltada al momento idóneo,
desarma más que un corazón atascado.
Es hora de decir Adiós,
es hora de dejar mi puerta un palmo abierto,
no descarto, no espero.

@ Las Crónicas de Ava

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