Espada del ayer,
¿No te había dicho que la guerra ya había cesado?
Sin embargo, tu naturaleza cortante
no deja de seccionar las cuerdas de los mansos,
esos hilos del reposo y de la paz que deja vivir.
No quiero agarrar tu empuñadura,
aún así insistes con nieblas escalofriantes
que hielan mi respirar en esta secuencia dimensional.
No quiero odiarte,
no quiero ser discípulo de la ira interminable que reanuda constantemente.
Te forjo la desgracia,
te hicieron de ese acero, que ni los muertos quisieron usar como armadura
en su viaje hacia la incertidumbre.
Espada del ayer,
¿No entiendes que soy amante de las espinas explosivas del Sol?
Sé que es en vano decirte, apelarte o rogarte que dejes,
aún así me resisto a que me partes,
y me hagas besarte y santificarte.
Inanición - Poema de Las Crónicas de Ava - Declamado por Ángeles López Quesada
Inanición
Hace un día murió mi madre y sus huesos rajaban casi su piel secada
y quebradiza.
Horas después ella aún me daba su calor
y sus ojos permanecían abiertos clavados en esta miseria
de desierto.
No tenía fuerzas para sostenerme,
mis ojos eran más negros que la propia noche
y el calor de ella se iba apagando,
no tenía ni fuerzas para llorar,
el frío era implacable y me apresaba la poca alma esperanzadora que me quedaba.
Durante el día pasaron los rebeldes al lado de mi lecho moribundo,
me veían la cara llena de moscas.
No se si podían ver mi mirada de desesperación,
si la hubieran visto,
tal vez hubieran tenido la misericordia de dirigirme una bala
para terminar con mi sufrimiento.
Debieron pensar que yo no valía ni esa bala.
En el Sahel hacia meses que no llovía.
Mucha hambre, mucha sed.
El trigo no crecía,
Dios no lloraba,
me estaba secando lentamente.
En mi próxima vida quisiera ver la hierba,
y pisar de lleno la tierra mojada.
Tuve una vida corta, una vida de amor,
el de mi madre, de mis hermanos,
y no conocí nada más que un mundo de polvo y sequía,
donde las mujeres lloraban por sus maridos muertos,
donde no tenia sentido ver al cielo y esperar ayuda.
Caricias y
el descubrimiento del sexto continente Manos esbeltas, manos largas, manos cortas, manos que te pintan las venas de malva fluorescente y con la caricia de las diez de la noche te cambian los pies de plomo por alas de gaviota de la
luna mal partida.
Cinco falanges para dibujarte historias de los cinco
continentes en tus visiones a flor de piel, en tus proezas por descubrir el sexto continente.
Te llames Mario o te llames Belén,
seas el Primero o llegues el Último, no tiene la importancia al beber el té de melocotón en la ciudad a la sombra de la montaña del fin del
mundo.
Si te acercas, yo me acerco y la mano por delante, tus ojos a la vista, y ese recorrido con dedo índice a lo largo de tu
espalda que te acaricia y invita desde el cuello hasta los pies
a sentarte conmigo.
Paraíso Paralelo - Poema de Las Crónicas de Ava - Declamado por Ángeles López Quesada
Paraíso
Paralelo
En latitud
paralela el respira su nombre (el de ella),
sus ríos (los suyos) aumentan en crecidas de palpitaciones sentidas,
las que siente por ella.
Ella lo quiere, él lo sabe,
el la ama, ella también lo sabe.
Y en trincheras ahora resisten esos sentimientos,
los suyos, el primer mundo, desde la perspectiva de él.
Y el es lo suficiente fuerte para aguantar,
resistir,
pero duele igual.
Ella siente lo que siente,
hay otro mundo, y el tiempo,
el tiempo que ella necesita.
3 mundos en un papel de días y semanas.
El que ama lo entiende, pero no olvida,
no traiciona a su respirar por ella.
Ella, lo sabe, si, pero esta su mundo anterior,
fue antes de él.
Tiene que hallar, descubrir.
El tercer mundo, el otro,
está y puede que no este,
pero el sentimiento (el de ella),
fuerte es por el (el tercer mundo),
desde la perspectiva del primero. Puede que
llegue el día,
que él mande todo al carajo
y la expulse de su corazón,
pero ahora aún no puede.
Agua que cae, la de ella,
y el la bebe, se refresca.
Aún así,
si, es la vida,
aún asi hay algo en su voz (la de él)
que ella necesita, hasta desea.
Sus tres letras no son en vano,
(A)mor
(V)alentia
(A)guante
Tu luz,
tirando de mí,
al borde del espejo,
en un lado tu dimensión, tus responsabilidades,
ahora ya decreciendo.
Cuando metes tu mano en el espejo
para salir por mi lado,
para agarrar la mía,
tú nadas conmigo en el flujo de mi personalidad y libertad conquistada.
Tu oscuridad se me hace deseable,
más cuando la fundes con la mía.
No es una dependencia,
es lo grande, lo especial,
sin necesidad de publicar o etiquetar,
al margen de los bulevares públicos.
es una bendición haciéndose notar en colores naranja
y destellos de corazón que triunfa.
Hace un día murió mi madre y sus huesos rajaban casi su piel secada
y quebradiza.
Horas después ella aún me daba su calor
y sus ojos permanecían abiertos clavados en esta miseria
de desierto.
No tenía fuerzas para sostenerme,
mis ojos eran más negros que la propia noche
y el calor de ella se iba apagando,
no tenía ni fuerzas para llorar,
el frío era implacable y me apresaba la poca alma esperanzadora que me quedaba.
Durante el día pasaron los rebeldes al lado de mi lecho moribundo,
me veían la cara llena de moscas.
No se si podían ver mi mirada de desesperación,
si lo hubieran visto,
tal vez hubieran tenido la misericordia de dirigirme una bala
para terminar con mi sufrimiento.
Debieron pensarque yo no valía ni esa bala.
En el Sahel hacia meses que no llovía.
Mucha hambre, mucha sed.
El trigo no crecía,
Dios no lloraba,
me estaba secando lentamente.
En mi próxima vida quisiera ver la hierba,
y pisar de lleno la tierra mojada.
Tuve una vida corta, una vida de amor,
el de mi madre, de mis hermanos,
y no conocí nada más que un mundo de polvo y sequía,
donde las mujeres lloraban por sus maridos muertos,
donde no tenia sentido ver al cielo y esperar ayuda.
En huecos y cielos dan testimonio lunas diversas, igual que las personas, se presentan variadas, pausadas y apuradas.
Las lunas de Marte, rojizas por la sombra de su madre, se pintan guerreras y de color arcilla espartana. Las dos vigilias de Marte en alerta, saben de buen trato, son compañeras.
Nunca he visto la luna de Venus, nunca he visto el dedo que dibuja el afecto en el corazón atmosférico de Venus, no nació Luna que sepa seducir a la diosa desbancada.
Escribo un borrador, en muro ajeno, en tabula rasa, sobre piel candente. Me dijo su nombre: Luna.
Pienso en su cara, dispersada con cráteres perpetuos de los sueños no recordados de los humanos de abajo. Si alzo mi mano, tú eres esa Luna cercana que me viste de luz con ideas de corchos recién sacados de botellas con mayoría de edad para ser consumidas. Cierro ojos, recibo sensaciones, la quiero. Derivado de la descendencia de la Tierra me transmite siempre en cadena.
Cómo decir más y más,
si no tienes donde coger y ofrecer.
Cómo desear más y más,
si no eres capaz de transgredir las marcas que te dibujaron al nacer.
Cómo pretender vivir el amor,
si no haces más que pensar en mañana.
Cómo proclamar la implantación de la bandera de tu libertad,
si no eres capaz de apreciar lo que manos atadas te ofrecen.
Cómo ser capaz de consolar y fortalecer,
si tu inseguridad te quita continuamente la tierra
de debajo de tus pies.
Plantar semillas vacías es fácil,
de ellas crecen ilusiones que explotan sin más,
de ellas salen miradas veloces que se esconden
para no ser juzgadas por su vanidad.
En el Génesis de tu coraza sale la sinceridad que puedes ofrecer,
en el hay espacio para dibujar.
La lluvia puede caer.
(Imaginando)
Ahora estoy con los ojos acuosos porque tengo las cuerdas sentimentales rotas y
salvajes.
Mi alma quiere decirle algo a la tuya,
con una sensación,
con una incursión que cierra tus heridas por dentro
Tú solo déjame.
Rompo el dique para hacerme muy pequeño
y desaparecer en tu abrazo y no pensar en nada.
Tenemos derecho a desaparecer del mapa el tiempo que estimemos
oportuno.
Cuando dices mi nombre me siento aire que da vida a tu reino.
¡Shhhhh!
las palabras son tus enemigas.
Sedúceme con el silencio.
Muérdeme el cuello,
apriétame el beso manzana.
Enlaza tus brazos y uñas que clavan.
Déjate caer con fruta tuya en mis adentros,
con liana tuya en mi boca.
Primitivos si.
Tus labios se han hecho carnosos
con el cariño que has dado para ver crecer tu tierra y prole.
Me recibes como jinete forastero,
acoges mi mano para aceptarme entero
y hacernos fugitivos de miedos y responsabilidades.
Conozco el azote que provocas cuando me ves a través de tus ojos,
siento calar el trasero,
siento purificar el gusto,
es el amor diferente que hace dudar de todo lo normal.
Fragmentos de luces que se diluyen en las ciudades,
ojos cerrados expuestos a flashes intermitentes con peligro de padecer una
crisis.
La espalda recta, cabeza alta,
apretón firme al agarrar nuevos encuentros,
nuevos pasos que se avistan por la cordillera de la existencia raspada.
Se diluyen voces conocidas de antaño, cercanas a mi pecho cristal.
Sus ecos retumban en la vitrina ámbar de los ojos deshechos en recuerdos
acuosos.
¿Qué le vamosa hacer? ¿A dónde paran
los recuerdos?
¡Álvaro!, me dicen,
me giro,
extrañando oír esa forma de luchar por mí
y no quedarse en simples palabrerías de un amor “Tal vez” o de una amistad “Quizás”.
Y entre mi próximo destino por presentar mi psique poeta
con la destreza de un sonámbulo eficaz
y el esfuerzo por dejar atrás el beso mordido,
invoco la leyenda del viajero gallego,
ato la Luna Hispana
a mi espalda
y me apropio del centro universo del azul europeo.
No es tristeza queridos lectores,
es esperanza teñida de cansancio.
Enredos de reloj,
tiempos desperdiciados que se cuelan por el alcantarillado de la ciudad.
Las oportunidades perdidas se filtran por el subterráneo para llegar a los
cielos.
A tiempo acelerado se suceden escenas de personas cruzando las calles.
Los semáforos son los fuegos la urbe metropolitana.
Auras pegadas en los espejos de los escaparates.
Miran, compran, miran, siguen, miran, piensan, miran,
lamentan profundamente esas horas, días y semanas donde los bucles
matan lentamente a las ilusiones,
aún así siguen agarrándose a ellas.
Hacen el amor,
teñidos y cubiertos, con sabanas de la conquista de Roma, en medio del parque,
viven en piel marcada las incursiones bárbaras que enfurecen aún más
el espíritu enjaulado que habita en la carne.
Y si en la ciudad,
y si a la entrada de los fuegos crematorios de los cajeros automáticos
cerraran los ojos y llegarán a oír la voz de sus madres llorando por ellos,
entonces no seria tarde para darse cuenta que no han nacido para recorrer
ciegamente los postes kilométricos que han situado delante de sus vidas
curriculares.
El olor de la sangre que sale de las hojas verdes y que se vierte en sus manos
les recuerda que aún no es tarde,
no lo es.
@ Las Crónicas de Ava
No lleves las manos atadas con vergüenza,
agarrando con miedo la última moneda que te queda en el bolsillo.
La presión por perder, tírala al agua,
para ver como se hunde en vertical.
Hazte viajero del libro de las cinco sombras continentales,
la sexta sombra te espera congelada.
Si la derrites, si la descubres,
la dinámica siempre la llevaras tú,
siempre tú.
Cuando
escribes, no te planteas la limitación, ni la
censura, ni las frases recortadas por temor o vergüenza. Cuando
escribes agarras tu pecho y expulsas el demonio o la lujuria,
aquella
que te recorre el alma y te seduce el cuerpo.
Al acontecerte un derrumbe emocional
escribes mejor que el diablo,
no piensas en perder
y más te pesan las lágrimas no soltadas.
Esta es la paz post-crisis.
Esto es el tanteo con los segundos
para vivir varias secuencias en un solo minuto.
Enciendo el fuego y quemo el lastre,
la psique se desprende, se libera,
la almohada dispuesta a acoger una nueva recuperación.
No hablo de pactos con nadie,
no hablo de dependencias por un amor,
no hablo de cosidos accidentales
para hacerte creer que tu vida tiene algún sentido.
Hablo desde una vida limpiada con trapo benévolo
que me entrega la sensación de que los años restantes se pueden vivir con
dignidad.
Con la tecla de retroceso borro las palabras desencajadas.
Rápida es mi mente al ser invadida por los crujidos
que producen mis nueces partidas.
En los 80 vi despegar una nave al cielo, los siete que iban en ella no
regresaron.
En los 90 los Balcanes hicieron sangrar, el mundo seguía con un cáncer severo.
En el cambio de siglo escuche unas campanas milenarias desde el centro de
Berlin,
y ahora,
en el quince del nuevo milenio,
estoy a punto de ver nacer a mi segundo hijo,
la continuación de mi legado.
Anoche una amiga me dijo,
¿o fue por la tarde?
Pero si recuerdo su voz mientras miraba por la ventana.
Decía: ¡Álvaro!"
Y al decirlo,
los barrotes que protegían mi ventana se hicieron deseables de agarrar.
Y continuaba …
¡Álvaro!, la poesía son visiones e imágenes que logras crear en la mente
de los que te leen,
en la emoción que te hace escribir.
Y ella seguía hablando …
Entre mis manos los barrotes se deshicieron en fragmentos y flashes
de días dispersos para crear y “puzzlear” algunas historias
de las que difícilmente se te caen por el agujero de la indiferencia.
Deje algunas cosas en el aire para que a su
tiempo debido pudiera recogerlas
para darles algún significado.
Tiempo atrás,
cuando aún vestía pantalones cortos y camiseta de rayas
y daba comer hierba a las gallinas de mi abuela,
mis padres partían la peseta que daba gusto.
Un trozo era para el bocadillo de membrillo
bajo el árbol de las naranjas.
Los domingos caía otro pedacito de la difunta peseta
y por unos duros nos disponíamos a ver doble sesión
de vaqueros y karatekas chinos.
Entre semana el monedero que hacia “clic” al cerrar,
dejaba rodar otras monedas por el suelo del comedor
hacia la portería pintada con tiza en la pared.
Doña Luisa de la tienda esperaba,
entre tebeos, máquinas pin-ball y kilos de dulces “bolsas sorpresa”.
Obsérvenme en paz y los 5 gramos de felicidad
Por favor, no vengan a mí pidiendo exclusividad,
remarcando con color rojo el derecho a una atención privilegiada.
Por favor, no me metan en una botella
para echarme luego a un océano de libertad.
Si ustedes nunca han salido a vivir fuera de esa botella,
no esperen de mí una actitud similar condicionada
porque no puedo hacer otra cosa que reventar el cristal.
Por favor, comprendan que estoy creciendo,
que me estoy acercando, que ciertas personas entran en mi vida
y yo en las suyas por el espacio temporal que sea.
Por favor, entiendan que aprendí a apreciar
el respirar
superando algunos sacrificios, comprendiendo algunas vivencias,
asimilando y respetando a los que quisieron irse,
a dar la bienvenida a los que me lanzaron una genialidad.
Por favor, mírenme a los ojos y pónganse a navegar un rato
por los mundos que traspasan mis agujeros negros,
sin pedir precio, sin juzgar,
obsérvenme en paz, generen amor.