CONVERSACIONES CON EL SEÑOR MIEDO
Hola Señor Miedo.
Si hago memoria de todos estos años,
la verdad debo decir que tú y yo apenas hemos tenido relación,
ni mucho menos conversaciones trascendentes.
Hoy me acerco a ti,
en un afán de analizar todo lo que tú representas,
el miedo en todas sus formas variadas.
Naturalmente hay cosas que me dan miedo.
Cada noche me acuesto teniendo una espada de Damocles sobre mí cuerpo,
sobre mis neuronas.
La epilepsia no se ha ido, y puede volver.
Pero he aprendido a vivir con ella,
a no dejarme condicionar por ello
mi vida restante.
Señor Miedo, mi carácter y forma de ser son de tirar para adelante,
de resolver las complicaciones que se me presentan con el transcurrir del
tiempo.
Nací con esa psique de fortaleza y resistencia,
que le vamos a hacer,
pero nunca he tenido tiempo, ni necesidad,
de aceptar los traumas mentales que ofreces sutilmente
para estar siempre pendiente de ti.
Y esto, de alguna forma ,
tendrá que ver con que ya hace tiempo acepte la muerte
con toda la naturalidad como parte de mi vida.
Puede llegar tarde, o temprano,
pero algún día llegara.
Tendrás mucho éxito con otros seres vivientes,
a quienes obligas llevar tu peso constantemente
para hacer de sus vidas un calvario.
Te miro a los ojos Señor Miedo y no puedo darte más protagonismo.
No me sale de mis santos huevos convertirme
en un servidor de tus paranoias.
Tú ya sabes como soy,
bajo qué condiciones nací,
y el puzle que he montado a lo largo de los años.
Y precisamente de eso hablo a la gente en algunas de mis intervenciones.
y ponencias.
Y precisamente
de eso escribo en mi poemas,
del poder para lograr agarrar la vida con las manos.
Y precisamente por algo tengo esas visiones y certezas
que me aportan fuerza y claridad
para no sucumbir a la parálisis del
miedo.
Esta vida es como un recorrido de aventuras hasta el próximo
salto.
Se puede tener miedo a tantas cosas.
La soledad, el abandono, la tortura, la locura, la perdida de tu propia esencia.
Sí, no niego que el miedo existe.
Pero no tengo ni ganas, ni tiempo, de machacarme la mente con ello.
La vida me espera. No le temo a vivir.
Alguna vez te lo dije, y lo repito.
El miedo frena la vida.
¿Crees en serio que voy a cargar con ese peso muerto?
¿Te ha quedado claro?
Pues anda Señor Miedo,
allí está la puerta.
Tengo que seguir.