viernes, 3 de octubre de 2014

Poesía: El movimiento infinito



El movimiento infinito

Es un canto circular de la lluvia no caída
que mueve tu cadera e instinto sin proclamar,
todavía.

Desde el centro del equilibrio manejan tus pies descalzos
la escritura callada y prohibida sobre arena imaginaria.

Inhalas el beso que cayó del ojo de Ra
encumbrado en la cúspide de la pirámide
y con el legado en tu pecho el Raqs Sharki
sigue viviendo en tus siluetas que te suplican las paredes
para perpetuar en ellas tus sombras crecientes.

Velos, dramas, destrozos, nacimientos, amor, vacio,
es lo que quieres gritar y danzar en movimientos infinitos
invocando hacia el este la vida de las cuatro musas y gatas de jade
enterradas bajo el sol de Egipto.

Me llamo Isa, me llamo Mar, me llamo Luna, me llamo Tierra y Fuego,
soy la que siente y escribe versos con el vientre,
la que te indica con el dedo y los ojos que tu vida tiene sentido
con la magia que te entrega mi danza
y te habita a vivir en un sueño,
el tuyo, el mío, el de cualquier ser viviente con agua del Nilo en sus ojos.

Por la Luna y el sagrado corazón que me mueve,
con el sable en mi mano corto las cuerdas que aprietan rendición.
Detrás de velo y seda proyecto mi mirada de cinco puntas.
Coraje, Equilibrio, Seducción, Entrega y Sabiduría.
Maestra y Madre, a ti te abrazo, a ti te lloro,
a ti te emociono, tus ojos vivirán en mi,
en el valor y movimiento del infinito que supiste transmitirme.
 
@ Las Crónicas de Ava

sábado, 27 de septiembre de 2014

Poesía: Las patas de la hormiga Tom



Las patas de la hormiga Tom

Negrura e inconsciencia.
¿Habré pasado los límites del Hades y el Edén?
¿Hay algún lazo que me mantiene unido a esta u otra realidad?
No siento mis piernas,
no siento suelo,
no se donde está arriba, donde abajo,
si acaso fue un sueño,
si acaso existo.

Percibo cosquilleo en mis orejas,
tambores a cadencias regulares que anuncian su presencia
y su acercamiento a mi sien.
Mis ojos reaccionan,
se despiertan,
mis pestañas son pisadas, tocadas
y veo bajar por la nariz una antena,
una cabeza, unas patas,
las patas de la hormiga Tom
que me devolvieron la conciencia.

@ Las Crónicas de Ava

viernes, 26 de septiembre de 2014

Frases de Ava



Soy detallista, fetichista, malabarista, un cuentista, un poeta atrevido y por eso soy verso transformable en tu mente cuando abotonas y desabotonas tus interiores para hacerme llegar tus secretos. Juegos míos, provocaciones tuyas, y la cuerda se estira.

@ Las Crónicas de Ava

jueves, 25 de septiembre de 2014

Poesía: Amantes


Amantes



Esperaba sentado
en el cuarto callejón
de la Avenida Encuentro,
en un banco de madera con corazones
marcados a cuchillo limpio,
coloreado por los amores promiscuos
de las pubertades hambrientas.

Las diez de la mañana,
ella a punto de llegar,
sus niños a salvo en el arca del conocimiento.
Lo decía y yo entendía:
Mis niños primero,
antes que yo, antes que tu,
antes que cualquier certeza planetaria
que confirme a erupción de lava pasión
que tú y yo somos un mundo,
ahora aparte de todo sí.

Ser segundo no me gustaba,
lo detestaba,
simular normalidad al cruzarnos en el paseo de las columnas públicas
y rozarnos invisiblemente al cruzar,
era una gestión teatral por la que teníamos que pasar,
aún,
mañana Dios diría.

Inventamos palabras, códigos secretos,
perversos en clave de Sol mayor al juntar nuestras piernas
y sentir roce imaginario de nuestro próximo encuentro.
Hasta llegamos a entrar en juegos peligrosos,
con el morbo apretando,
haciendo necesarias esas locuras que tu hacías
y al hacerlas te sorprendías de porque las hacías.
Tu te sentabas en el asiento 7A en el Cine con tus tesoros,
y tu anillo derecho, ese que deseabas perder, deshacer.
Era complicado.
Yo desde el asiento trasero 8A te olía el cabello,
te soplaba, te inhalaba, y con dedo índice te dibujaba
segundos de sensaciones que te hacían recorrer tu libido.
Tu chaqueta postrada, extendida en tus rodillas,
tus manos debajo,
y tus impulsos y mis recorridos te elevaban una tensión,
que en ocasiones finalizaba en un alivio mutuo,
otras en repentinas interrupciones del juego iniciado.

Y venias,
a ese callejón,
a ese banco, lo pasabas,
y entrabas por la puerta trasera de ese edificio medio arruinado,
pero que aún ofrecía servicios de hospedaje angelical,
eso decían,  aliados de la tentación.
Yo entraba cinco minutos después.
Segundo piso, letra E,
sin ruidos, sin presencias,
pago en efectivo a la señora mayor,
la pobre,
cansada y ella callaba con su televisor pequeño de 14 pulgadas.

Abrí la puerta,
tus ojos me llenaban, tus brazos me llenaban,
me llenaste al echarte al suelo.
Puta en la cama, señora en la calle,
así decía tu abuela,
la experiencia sabida.
Yo estaba a punto de llorar,
estos meses de camuflaje y evitar rastros,
de ser sombra invisible,
no pasaba de mí sin dejar factura.
Clamamos al tiempo,
rezamos a la Luna Patria de la que juramos ser sus hijos
y aullar sexualidad pura de almas que fueron recientemente liberadas.

El suelo,
parquet delicioso,
nos gustaba lo duro, lo plano,
cuando te montaba a veces te estiraba
el cabello,  
te dominaba y alcanzaba,
oía tus plegarias de yegua desbocada,
y tenía el coraje de taparte los ojos
para hacerte besar mis manos
y coronarme en palabras de azúcar para llenar tu boca de alumna.

Con palabras te hacía el amor,
eso decías,
yo me encogía, y tú me desenrollabas como cuerda delicada
que salía por partes ennegrecidas con experiencias del pasado.
Conocías el Abecedario de la provocación impulsiva,
como viuda negra me alentabas a extender los límites de lo que habíamos hablado.
Perra que me lleva,
Diablo que se deja,
palabras soeces expresadas en erotismo reventado que hacían crecer tus senos
y me hacían sentir acero sueco.

Evitábamos describir, prometer, planear,
la vida sexo y la poesía labial era un doble ahora,
manos y dedos enlazados en una presión
que nos hacia parir el jardín de las orquídeas prohibidas.
Se nos habían terminado los adjetivos para definir
que material bombeaban nuestras venas al juntarnos
para respirar el mismo oxigeno.
El mundo le daba el nombre de Amantes.
No hacia justicia. Ninguna.
Yo me unía a ti, tu a mí,
maestros del placer, cómplices del nacer,
Ángeles de fuego destinados a desaparecer.

@ Las  Crónicas de Ava

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Poesía: Cosas de libertad



Cosas de libertad
 
No escucho insultos,
cesaron hace tiempo,
ni cabrón, ni imbécil,
ni retrasado mental, ni cojo,
ni facha.

No entraba en la tribu,
era cabezota,
decían que no me adaptaba,
yo sonreía,
y seguía comprando la leche para hacer cacao
y beberme a placer el mundo entero.

No veo banderas rayadas, ni estrelladas,
las que me recordaban esvásticas,
o martillo y hoz,
sinceramente ahora solo saboreo la tapa
y el sol de un “Buenos Dias”
y camino libre, en un ambiente despejado.

No sigo rituales, ni tradiciones,
ni a versículos interpretados a convenir,
si miro al cielo no veo organizaciones,
si miro de noche no siento culpa,
si acaricio carne cierro los ojos
y los abro al juntarme, al unirme.

@ Las Crónicas de Ava