El amor ha muerto.
Hastiado, cansado,
estresado de tener que participar en roles que no mueven mis piedras interiores.
Y juegan a encajar Puzzles,
y cortan las piezas con tijeras para encajar,
a veces para forzar,
otras para soñar.
Miro al cielo para buscar la posición de Marte.
No me canso de rechazar en las cafeterías
las botellas de refresco de 25 cl,
cuando el camarero me pregunta lo que quiero beber.
Pido latas, pido grande,
no acepto de entrada lo micro impuesto,
y si pido Horchata o Cerveza Alemana de Malta sin alcohol,
en la mayoría de los casos me ven como un elemento extraño,
como si fuera un extraterrestre con casco puesto de naufrago.
Hastiado,
que palabra, que derrumbe,
coloco el tiempo muerto
para que me resbale por la espalda.
No seamos cínicos,
no nos pintemos tanto de luz
cuando lo que a veces nos hace falta
es ir a la resistencia.
Se puede mandar a tomar por culo de muchas formas.
Con silencios,
con automatismos formales conectados
para deshacernos de las preguntas cotidianas.
Con la sombra del espíritu de Hemingway
me tomaría a gusto un café en la Escandinavia norteña
para hablar de todo un siglo de acontecimientos.
Últimamente miro mucho a Islandia,
escasa población,
amplitud de terreno y el frió que echo de menos.
No me inviten nunca a sus bodas,
no iría,
y si fuera,
las reventaría.
@ Las Crónicas de Ava