No creo en absoluto pretencioso decir
que ya desde la infancia siento que posiblemente Dios
me haya puesto unos zapatos muy especiales para caminar,
para persistir,
para llegar a ver los sueños que nacen de mis pisadas recién dejadas.
Para bien o para mal naci así
y desde esa certeza me crezco.
Usar una discapacidad como arma de chantaje y espiral
para dar pena y conseguir objetivos egoístas es una desgracia absoluta
para quien lo utiliza.
Abracemos al Ser liberado y descomplejado.
Una avería en mi transmisor neuronal me impide contactar actualmente con la fluidez estelar,
aún así sigo relatando mis crónicas como naufrago casual
en este planeta de la periferia vecinal.
Mi deseo por crear y amar es como lenguaje soluble vertido sobre papel.
@ Las Crónicas de Ava