¿A dónde van las palabras de una vida después de muerto?
Tres horas y cuarto pasadas la media noche
con la luna transcendiendo silencio desde el mar de la tranquilidad,
yacía un sin vida tendido en el asfalto de la calle trece
con la mirada clavada en un buraco cubierto de agua de lluvia que nadie echaba a faltar.
En su puño cerrado sobresalía un barco de papel con nombre de Tragedia,
y las palabras de su vida trataban de salvarse a última hora
del navío que se hundía en la muerte,
y su sombra ya cesaba dejando nada más que huellas por recoger.
Nadie de los asistentes a la certificación del sin vida se percato
de que a tres horas y media después de la campana de media noche
la cortina del sub paralelismo entre la farola uno y la farola dos se abrió
para ofrecer refugio y memoria eterna a todas las palabras naufragadas de su capitán caído.
@ Las Crónicas de Ava