Se me hizo más fácil agrandar el mundo
V. El traspaso del milenio
Un déjà vú te recordaba que estabas lleno de versos
y que podrías volver a tener hambre para seducir al papel.
Como viajero de “entre vidas”
había varios mundos alternativos a tu alcance.
Quizás estabas triste escuchando a Ryuichi Sakamoto.
Eso solo demostraba que eras sensible por doquier,
lo suficiente para que te fueran accesibles algunas líneas del tiempo.
En 1944 requería mucho valor llevar el triángulo púrpura,
pudiendo evitarlo con una simple firma y renuncia sobre papel estampado.
A mediados de los ochenta estabas roto y al otro lado del muro.
Cualquiera de tus vecinos pudiera haber sido un “hombre negro del saco”
o un “Voyeur” informativo apuntando tu vida en una libreta.
Disfrutaban delatando a la gente al aparato estatal,
para ver a sus victimas colgadas como a un galgo.
Y las voces de libertad te hicieron agarrar los barrotes
para seguir adelante con tu vida y deshacerte del veneno lento,
que los regimenes totalitarios bombeaban sin parar
por todos los ambientes.
Traspasaste el milenio,
y algo parecido a una energía Zen,
te hizo controlar mejor los efectos de bajadas y subidas.
Te dejaste abrazar por Mishaki
para iniciar el aprendizaje de las teorías del gustar.
Con el auto análisis comprendiste que en ocasiones en la vida
debemos anunciar nuestra muerte,
para hacer sitio a nuevos trazos renovadores.
Y en el lunar de tu nuevo nacimiento
se inicia la expansión dorada
para que puedas dejar algo en tu mano para aquel que lo necesita,
aunque el necesitado seas tú.
@ Las Crónicas de Ava