Mis ojos negros que ya
conoces
A intervalos de media hora caen de un cielo ultra parisino
cristales de una noche troceada.
El niño de oro golpea con el martillo en el campanario de la torre de Praga.
No sé explicar porque el amor que produce “pinchazo y da alas”,
es tan excéntrico y singular,
tan sumamente resbaladizo y dependiente de variopintas circunstancias.
Es duro recordar, más duro no tener,
y durante el tiempo que dura esta percepción,
una sabana exenta de caricias y de despertares comunes te cubre,
te hace invisible por doquier.
El champán derivado de las olas,
solo es de añoranza pasajera.
Al beberlo, se rasga en dos la cortina que separa el ahora de cualquier memoria.
Enrollo las manos al estilo boxeador con las medias usadas que me dejaste
el pasado viernes.
En la pared, donde antes colgaba tu retrato,
arañó como gato, vestigios de tu ausencia,
y me lamo la sed que desprenden las puntas de mis dedos.
Pinto e imagino cuadros visionarios de la cúbica apariencia de tus rizos aún sentidos.
Mi cuerpo lo da,
aún por ti,
lo da.
No menos son mis ojos negros que ya conoces.
cristales de una noche troceada.
El niño de oro golpea con el martillo en el campanario de la torre de Praga.
No sé explicar porque el amor que produce “pinchazo y da alas”,
es tan excéntrico y singular,
tan sumamente resbaladizo y dependiente de variopintas circunstancias.
Es duro recordar, más duro no tener,
y durante el tiempo que dura esta percepción,
una sabana exenta de caricias y de despertares comunes te cubre,
te hace invisible por doquier.
El champán derivado de las olas,
solo es de añoranza pasajera.
Al beberlo, se rasga en dos la cortina que separa el ahora de cualquier memoria.
Enrollo las manos al estilo boxeador con las medias usadas que me dejaste
el pasado viernes.
En la pared, donde antes colgaba tu retrato,
arañó como gato, vestigios de tu ausencia,
y me lamo la sed que desprenden las puntas de mis dedos.
Pinto e imagino cuadros visionarios de la cúbica apariencia de tus rizos aún sentidos.
Mi cuerpo lo da,
aún por ti,
lo da.
No menos son mis ojos negros que ya conoces.
@ Las Crónicas de Ava
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