Franqueza,
es lo más honesto que puede haber
entre tu, entre yo,
es el sentirse en casa y seguro en el corazón del otro,
es acudir a él, a ella y desnudar tus 24 horas,
tus siete días.
Franqueza,
es a ti, a quien quiero, a quien respeto, a quien apoyo,
y te vivo cercano,
en tu vida, en la mía,
y lo que mis emociones me dicen es que permanezcas,
que sientes mi mano fuerte al cogerte,
mi corazón puro al quererte.
Franqueza,
no hay titubeos, ni la liana del engaño que se lía por el ambiente.
La vida nos crece y tus niños avanzan,
tu tiempo llego, tu eres más bella ahora,
en tudespertar, en tu respirar,
y me siento feliz de ser ese aire que te ayuda a activar,
que nos hace recordar que siempre estamos allí.
Franqueza,
hemos elegido el camino recto,
no siempre el más fácil, ni el más corto,
pero tu te mereces todo, mi entrega,
mi sinceridad, mi amor,
ese amor que no entiende de dobleces,
ni de estrategias,
entiende de ir de frente y mirarte a la cara
y decirte:
Te quiero. Libre.
Hoy cantaron mis ballenas
y me liberaron del mordisco agobiante de las hienas ajenas.
Las hienas soltaron,
las heridas curaron
y hacia el Ártico mis versos emitieron ritmos pesados bajo el agua,
por causa de las defunciones de las focas masacradas.
Los llantos enmudecidos de las crías congeladas que se quedaron sin madre,
y de paso sin vida,
se cristalizaron en dos torres de mil cien pies de altura cada una.
Con la aparición del sol de medianoche las torres se derrumbaron
y se hicieron tierra extensa de hielo y huesos
para flotar sobre el mar del norte.
El agua de hoy llevaba encima los restos disminuidos e inactivos,
como memorando para denunciar la barbarie,
que cometía el mundo de las latitudes inferiores.
Y con el frío del sur ascendieron
precisamente las conciencias negras,
esas que no quisieron arrepentirse.
La música empieza
y así de fácil es acariciar el jersey de algodón
que absorbo de esa melodía preciosa que produce el piano de Vangelis.
Y ahora entonan los coros
y es como si estuviera en lo más alto que puede dar la felicidad.
No soy normal,ya lo se.
No lo digo con enfado, ni con aíre de presunción.
No soy normal y me siento por un momento satisfecho,
seguro de de que mis estatutos, mis reglas,
no están escritas en ninguna parte.
Amo este instante porque estas reglas solo,
¿y porque digo solo? ¡Será la costumbre!
Estas reglas están en los sentimientos,
en la perla de una insólita lágrima.
Son muchas cosas,
demasiada vida para malgastarla el día
ante una pantalla de televisión.
La imaginación ya se encarga de imaginar que pasaría si ...
y dejémoslo únicamente en imágenes.
Siempre imágenes repetitivamente,
por si existen esas palabras,
y si no las invento.
En inconsciente activo componiendo en clave de sol,
vueltas y mas vueltas,
ya sabemos lo de “Ilusiones”,
apetecibles que nos hacen actuar,
andar tras la prohibida manzana
y una vez en nuestras manos
su sabor ya no es lo que deseábamos anteriormente
con tanto frenesí y cosquilleo de burbujas gloriosas.
Un libro me ayuda.
Antes no existía,
ahora sus verdades son mi único sustento en esta frase indecisiva.
Ayer un Si, mañana un No, ¿Dónde termina el circulo?
Saco el gato, soy ladrón de promesas semi desarrolladas.
Saco penas, convertido en transparente inexistente
enrollado en la delicia de un harpa.
¿Por qué escribir poesía para vanagloriar el don
del chiflado amoroso?
¡Escribiendo, pintando, gastando!
¿No os enterraste?
Faltan las comas,
esas que siguen a continuación ,,,,,,,
Punto seguido muevo el carro
hacia otra línea más segura.
Creo en Dios,
prevalecer y existir.
¿Acaso pensáis que me infravaloro?
Admito que no se rezar ni orar,
únicamente hablo letras sueltas
y de vez en cuando suelen formarse palabras
que marcan sensaciones.
Deguste lujuria y desnudez vulgar.
¡Que harto estoy!
Pecho contra pecho y todavía considero que no hay amor.
Claro que para machacar el instinto animal no esta mal.
Sigo entristecido,
separando ultramodernas cañas de bambú de la faz de la ciudad.
Numeros rojos galopean con emigrantes laborales
a cuestas la rectitud electoral.
Parada final, el billete trasnochado pierde dimensión,
próxima salvación a cinco mil pies de altura
y aventura caída en picado.
Ya sé, no quiero alabanzas,
¿Me entendéis?
Gracias a todos.
Sigo la caricia del algodón.
¡Ya habréis notado la lentitud de los segundos!
Quiero. Mucho. Mucho quiero. Quiero mucho.
Diagnóstico del chequeo:
Coeficiente intelectual oscilando.
Mi amigo, el cuadriplicador, prosigue con su manía
de doblar la propaganda del goteo palpable de mi ego.
Las hojas que riman se asimilan
a los llantos de una botella vacía de su líquido seductor.
Y mira, mirad, la única ocasión en que el cojo
sangra a ciento veinte por la autopista.
Imposible en términos realistas superar esta hazaña velocista.
El no recapacita para parar,
esta claro que tiembla demasiado para resignar.
¡Para! ¿Pero para que?
Un triple P,P,P desvela el polizón ratero,
en ascensión geométrica de precisar de mis refuerzos
vitales del Tango de la vida.
Ciento veinte terminaciones distintas precipitan
este redacto en una miseria rematada
y el diccionario ayuda a insertar nuevas palabras en estado crítico.
Los cinco dedos sensibilizan con la A
y expulsan lo nacido en la Z.
Soy padre productor y madre protectora,
centro de salida de la genialidad deletreada,
propiamente dicho un parásito demoledor de la nada,
ejerciendo y neutralizando a la antimateria.
Un cero no lleva vida,
un uno por cero no consigue compañía,
sin embargo deduce de su propia fuerza.
Dejé los prejuicios en la percha de la
entrada,
me libere de las voces y de los gemidos muertos.
Así supe, que una de las mejores cosas de la poesía,
es que lo que escribes te hace crecer.
Tu mundo se hace apeteciblemente deseoso para ti y para otros.
Te irradias por dentro, con todo lo que captas de fuera,
exteriorizas lo que fluye.
Con los pies en la tierra
puedo ir a donde quiera,
puedo amar sin decir ni explicar nada.
Puedo crecer como un árbol
para ser capaz de ver todas las inclinaciones de un corazón sensible.
Puedo hacerme caer como esas hojas que están en vuelo permanente
y nunca son alcanzadas por un hechizo de las oscuras intenciones
y del arte del engaño.
Si de verdad me quieres, demolerás
el puente que te ata
Y no había nada.
Era la oscuridad que no hacía daño,
era el silencio que guardaba tus nanas no creadas,
era la reflexión para dar gracias a la divinidad de los segundos
por respirar renovación continuada.
Los días se sucedieron,
salías a trabajar,
seguías quitando las lágrimas de rabia de tu hijo
cuando su corazón pequeño se sentía atacado.
Sufriste y amaste.
y los violoncelos de tus manos pequeñas
cortan el alimento continuo,
el cariño perpetuo.
Escucha esto, recuerda esto,
aunque este lejos,
aunque aparezca de sorpresa en el parque donde habita mi voz,
recuerda que me renovare cada día en el símbolo del puente caído
que demoliste para estar conmigo.
Escuchaste una voz,
yo un impulso,
y no hay diques que contengan las aguas mansas,
las aguas revueltas,
las aguas dulces y saladas,
las aguas que se besan en cada labio de átomo de hidrógeno.
@ Las Crónicas de Ava
Ella me encontró al
leer mis visiones estampadas en la pared
Desechando el amor prefabricado siempre que
pueda,
porque de poeta, nada.
Me atraviesa el gran puente negro de pecho a espalda;
es por no conformarme.
Partido estoy.
Roto y fuerte.
No bebo, jodo,
y, a veces, ni eso.
Paso.
No fumo, balanceo con visiones
y las estampo contra las paredes de la ciudad para dejar mensajes.
Ella me encontrará.
No esnifo coca,
dádmela y la tiro al cielo de la noche,
quemándola toda.
Sí,
es la noche que ahora me importa.
Escribo, mimo, y no uso cortinas
para tapar las singulares lágrimas de los abandonos consumados.
La que me encontró supo ser libre a base de palos.
El último golpe siempre se agarra y se detiene con la mano derecha.
Sí. Liberal en cuerpo flexible.
Espada del ayer,
¿No te había dicho que la guerra ya había cesado?
Sin embargo, tu naturaleza cortante
no deja de seccionar las cuerdas de los mansos,
esos hilos del reposo y de la paz que deja vivir.
No quiero agarrar tu empuñadura,
aún así insistes con nieblas escalofriantes
que hielan mi respirar en esta secuencia dimensional.
No quiero odiarte,
no quiero ser discípulo de la ira interminable que reanuda constantemente.
Te forjo la desgracia,
te hicieron de ese acero, que ni los muertos quisieron usar como armadura
en su viaje hacia la incertidumbre.
Espada del ayer,
¿No entiendes que soy amante de las espinas explosivas del Sol?
Sé que es en vano decirte, apelarte o rogarte que dejes,
aún así me resisto a que me partes,
y me hagas besarte y santificarte.
Inanición - Poema de Las Crónicas de Ava - Declamado por Ángeles López Quesada
Inanición
Hace un día murió mi madre y sus huesos rajaban casi su piel secada
y quebradiza.
Horas después ella aún me daba su calor
y sus ojos permanecían abiertos clavados en esta miseria
de desierto.
No tenía fuerzas para sostenerme,
mis ojos eran más negros que la propia noche
y el calor de ella se iba apagando,
no tenía ni fuerzas para llorar,
el frío era implacable y me apresaba la poca alma esperanzadora que me quedaba.
Durante el día pasaron los rebeldes al lado de mi lecho moribundo,
me veían la cara llena de moscas.
No se si podían ver mi mirada de desesperación,
si la hubieran visto,
tal vez hubieran tenido la misericordia de dirigirme una bala
para terminar con mi sufrimiento.
Debieron pensar que yo no valía ni esa bala.
En el Sahel hacia meses que no llovía.
Mucha hambre, mucha sed.
El trigo no crecía,
Dios no lloraba,
me estaba secando lentamente.
En mi próxima vida quisiera ver la hierba,
y pisar de lleno la tierra mojada.
Tuve una vida corta, una vida de amor,
el de mi madre, de mis hermanos,
y no conocí nada más que un mundo de polvo y sequía,
donde las mujeres lloraban por sus maridos muertos,
donde no tenia sentido ver al cielo y esperar ayuda.
Caricias y
el descubrimiento del sexto continente Manos esbeltas, manos largas, manos cortas, manos que te pintan las venas de malva fluorescente y con la caricia de las diez de la noche te cambian los pies de plomo por alas de gaviota de la
luna mal partida.
Cinco falanges para dibujarte historias de los cinco
continentes en tus visiones a flor de piel, en tus proezas por descubrir el sexto continente.
Te llames Mario o te llames Belén,
seas el Primero o llegues el Último, no tiene la importancia al beber el té de melocotón en la ciudad a la sombra de la montaña del fin del
mundo.
Si te acercas, yo me acerco y la mano por delante, tus ojos a la vista, y ese recorrido con dedo índice a lo largo de tu
espalda que te acaricia y invita desde el cuello hasta los pies
a sentarte conmigo.
Paraíso Paralelo - Poema de Las Crónicas de Ava - Declamado por Ángeles López Quesada
Paraíso
Paralelo
En latitud
paralela el respira su nombre (el de ella),
sus ríos (los suyos) aumentan en crecidas de palpitaciones sentidas,
las que siente por ella.
Ella lo quiere, él lo sabe,
el la ama, ella también lo sabe.
Y en trincheras ahora resisten esos sentimientos,
los suyos, el primer mundo, desde la perspectiva de él.
Y el es lo suficiente fuerte para aguantar,
resistir,
pero duele igual.
Ella siente lo que siente,
hay otro mundo, y el tiempo,
el tiempo que ella necesita.
3 mundos en un papel de días y semanas.
El que ama lo entiende, pero no olvida,
no traiciona a su respirar por ella.
Ella, lo sabe, si, pero esta su mundo anterior,
fue antes de él.
Tiene que hallar, descubrir.
El tercer mundo, el otro,
está y puede que no este,
pero el sentimiento (el de ella),
fuerte es por el (el tercer mundo),
desde la perspectiva del primero. Puede que
llegue el día,
que él mande todo al carajo
y la expulse de su corazón,
pero ahora aún no puede.
Agua que cae, la de ella,
y el la bebe, se refresca.
Aún así,
si, es la vida,
aún asi hay algo en su voz (la de él)
que ella necesita, hasta desea.
Sus tres letras no son en vano,
(A)mor
(V)alentia
(A)guante
Tu luz,
tirando de mí,
al borde del espejo,
en un lado tu dimensión, tus responsabilidades,
ahora ya decreciendo.
Cuando metes tu mano en el espejo
para salir por mi lado,
para agarrar la mía,
tú nadas conmigo en el flujo de mi personalidad y libertad conquistada.
Tu oscuridad se me hace deseable,
más cuando la fundes con la mía.
No es una dependencia,
es lo grande, lo especial,
sin necesidad de publicar o etiquetar,
al margen de los bulevares públicos.
es una bendición haciéndose notar en colores naranja
y destellos de corazón que triunfa.
Hace un día murió mi madre y sus huesos rajaban casi su piel secada
y quebradiza.
Horas después ella aún me daba su calor
y sus ojos permanecían abiertos clavados en esta miseria
de desierto.
No tenía fuerzas para sostenerme,
mis ojos eran más negros que la propia noche
y el calor de ella se iba apagando,
no tenía ni fuerzas para llorar,
el frío era implacable y me apresaba la poca alma esperanzadora que me quedaba.
Durante el día pasaron los rebeldes al lado de mi lecho moribundo,
me veían la cara llena de moscas.
No se si podían ver mi mirada de desesperación,
si lo hubieran visto,
tal vez hubieran tenido la misericordia de dirigirme una bala
para terminar con mi sufrimiento.
Debieron pensarque yo no valía ni esa bala.
En el Sahel hacia meses que no llovía.
Mucha hambre, mucha sed.
El trigo no crecía,
Dios no lloraba,
me estaba secando lentamente.
En mi próxima vida quisiera ver la hierba,
y pisar de lleno la tierra mojada.
Tuve una vida corta, una vida de amor,
el de mi madre, de mis hermanos,
y no conocí nada más que un mundo de polvo y sequía,
donde las mujeres lloraban por sus maridos muertos,
donde no tenia sentido ver al cielo y esperar ayuda.
En huecos y cielos dan testimonio lunas diversas, igual que las personas, se presentan variadas, pausadas y apuradas.
Las lunas de Marte, rojizas por la sombra de su madre, se pintan guerreras y de color arcilla espartana. Las dos vigilias de Marte en alerta, saben de buen trato, son compañeras.
Nunca he visto la luna de Venus, nunca he visto el dedo que dibuja el afecto en el corazón atmosférico de Venus, no nació Luna que sepa seducir a la diosa desbancada.
Escribo un borrador, en muro ajeno, en tabula rasa, sobre piel candente. Me dijo su nombre: Luna.
Pienso en su cara, dispersada con cráteres perpetuos de los sueños no recordados de los humanos de abajo. Si alzo mi mano, tú eres esa Luna cercana que me viste de luz con ideas de corchos recién sacados de botellas con mayoría de edad para ser consumidas. Cierro ojos, recibo sensaciones, la quiero. Derivado de la descendencia de la Tierra me transmite siempre en cadena.
Cómo decir más y más,
si no tienes donde coger y ofrecer.
Cómo desear más y más,
si no eres capaz de transgredir las marcas que te dibujaron al nacer.
Cómo pretender vivir el amor,
si no haces más que pensar en mañana.
Cómo proclamar la implantación de la bandera de tu libertad,
si no eres capaz de apreciar lo que manos atadas te ofrecen.
Cómo ser capaz de consolar y fortalecer,
si tu inseguridad te quita continuamente la tierra
de debajo de tus pies.
Plantar semillas vacías es fácil,
de ellas crecen ilusiones que explotan sin más,
de ellas salen miradas veloces que se esconden
para no ser juzgadas por su vanidad.
En el Génesis de tu coraza sale la sinceridad que puedes ofrecer,
en el hay espacio para dibujar.
La lluvia puede caer.
(Imaginando)
Ahora estoy con los ojos acuosos porque tengo las cuerdas sentimentales rotas y
salvajes.
Mi alma quiere decirle algo a la tuya,
con una sensación,
con una incursión que cierra tus heridas por dentro
Tú solo déjame.
Rompo el dique para hacerme muy pequeño
y desaparecer en tu abrazo y no pensar en nada.
Tenemos derecho a desaparecer del mapa el tiempo que estimemos
oportuno.
Cuando dices mi nombre me siento aire que da vida a tu reino.
¡Shhhhh!
las palabras son tus enemigas.
Sedúceme con el silencio.
Muérdeme el cuello,
apriétame el beso manzana.
Enlaza tus brazos y uñas que clavan.
Déjate caer con fruta tuya en mis adentros,
con liana tuya en mi boca.
Primitivos si.
Tus labios se han hecho carnosos
con el cariño que has dado para ver crecer tu tierra y prole.
Me recibes como jinete forastero,
acoges mi mano para aceptarme entero
y hacernos fugitivos de miedos y responsabilidades.
Conozco el azote que provocas cuando me ves a través de tus ojos,
siento calar el trasero,
siento purificar el gusto,
es el amor diferente que hace dudar de todo lo normal.