La teoría del dolor
Te saben hablar muy bien de cómo salir del
dolor.
Dicen:
Haz esto, haz lo otro.
Se fuerte y vencerás.
Los consejos se acumulan.
Muchos sin duda bien intencionados.
Siento un crujido.
Y pedazos de la vida se siguen soltando.
Duele.
Como cuando pierdes un trozo de memoria amada,
como cuando se cortan las conexiones sinápticas.
Dicen:
Haz esto, haz lo otro.
Se fuerte y vencerás.
Los consejos se acumulan.
Muchos sin duda bien intencionados.
Siento un crujido.
Y pedazos de la vida se siguen soltando.
Duele.
Como cuando pierdes un trozo de memoria amada,
como cuando se cortan las conexiones sinápticas.
Claro que nadie puede ver tus tesoros escondidos.
Solo algunos tienen la perspicacia y capacidad de convertirse en enviados internos.
Solo algunos llegaran a escribir sus nombres en los travesaños de las diecisiete puertas
que dan entrada a tu corazón.
La aflicción cruza la calle principal contigo.
El duelo pega carteles de lutos discontinuos en los escaparates de la “Vida feliz”.
¿Por qué deberías soportar las apariencias de los sitios masivos donde acuden a
emborracharse de “rayas” y “polvos” rápidos en los urinarios?
Estaca, palo, trueno y tormenta,
cielo hundido que hago mió,
y la noche es mía,
el dolor es mió.
No es la primera vez que me dicen,
que no tengo sentimientos.
No es la primera vez que me dicen que me aman.
@ Las Crónicas de Ava
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