LAS CARTAS QUE ME
TOCARON AL NACER
Si me remonto atrás en el tiempo,
todo lo que recuerdo es que siempre me
toco tirar adelante con lo que tenía.
Fue una casualidad que naciera así,
digamos que las matemáticas no estuvieron muy a mi favor.
Pero estas fueron las cartas que me tocaron al nacer.
Una parálisis cerebral, así lo llamaban.
Y entonces empezó el juego.
Tuve unos padres maravillosos,
hicieron mucho por mejorar mis condiciones.
Operaciones allí, operaciones allá,
y una cicatriz que me quedo de por vida en el talón de aquiles.
Pase la niñez, la pubertad, jugando al fútbol con otros niños,
en ocasiones parando balones en forma de comentarios imbéciles referente a mi
cojera.
Pero eso no me hacía más débil, ni me echaba en el rincón de la timidez.
Aprendí a contestar, a ignorar si hacía falta,
a seguir mi camino a una vida lo más plena posible.
Pero también debo decir que recibí mucho apoyo,
de amigos y personas que me llegaron a conocer tal cual era,
sin chorradas, y a lo puro.
Llegaron las lluvias del despertar sexual,
con curiosidad exploraba,
y recuerdo los besos que me enseñaron a besar.
Del resto,
mi cuerpo y aura supieron responder.
Descubrí la poesía, el baile,
y todas las diferentes artes que me podía imaginar.
Confieso que me gustaba el arte de poder seducir.
Algunas veces con éxito y otras simplemente pasaba página
y aumentaba el saco de la experiencia.
Nunca me sentí identificado con aquellos,
que utilizaban su condición física o
sexual para lanzar un discurso victimista tras otro.
Yo estaba muy alejado de ello,
en parte por orgullo y en parte por amor personal.
Me producía satisfacción los logros de mis esfuerzos y trabajos.
Ser uno más, conviviendo dentro de una sociedad con personas diversas,
con diferentes capacidades.
Pero no me sentía parte de ningún colectivo, de ningún lobby,
me gustaba mi individualidad,
me gustaba probar y experimentar.
Creo que por esa mezcla de auto superación y descubrimiento
sentí tan mía y cercana la música conceptual de Mike Oldfield.
Cuando me encontraba con alguien que no sabía muy bien
si tratarme con guantes de seda o con corrección milimétrica ,
pues decía que venia del Planeta paralitico, y que estaba aquí para estudiar a
la especie humana.
Era para crear ambientes de cercanía y que la naturalidad floreciera.
Ese humor, y ese natural desparpajo
me ayudo a desarrollarme como ser humano desacomplejado.
A pesar de la calidad calamitosa de los políticos que nos gobiernan,
siempre pensé que la humanidad
sigue teniendo un gran potencial espiritual y emocional
para crecer y mejorar.
Sigo creyendo en esa parte de la humanidad que no
entra en la histeria colectiva del enfrentamiento
provocada por la clase dirigente y los poderes ocultos.
Tengo la suerte de estar aquí,
de poder vivir esta evolución,
de poder aportar mis porciones de empatía y comprensión
para lograr entre muchos de mis contemporáneos,
que algún día las estrellas más cercanas
puedan estar a nuestro alcance.
Desde un ocho de junio de 2024 saludo a las
futuras generaciones.
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