Cállate
Es tu derecho,
validado por un tribunal,
vas y lo exiges.
Pero te dicen:
Cállate.
Intégrate y no la líes.
Te señalan por haberte atrevido a pedir.
Primero fueron miradas, luego murmullos.
En la panadería ya no te entregan el pan como antes.
El afecto cedió paso al “señalamiento”.
Y es peor. Mucho peor.
Tocan a tus hijos,
donde más daño les puede hacer.
En sus mentes, en su apertura natural.
Les enseñan que aquí están los buenos,
y los que no entran por el aro son los malos.
Luchas, contra el sistema,
contra las instituciones,
esas que deberían garantizar tus derechos
y no ponerte zancadillas.
Tu voz es sagrada y no te callas.
Acudes a Europa para que te escuchen,
ya que aquí parece que se vuelven sordos de cobardía.
En el buzón donde habita tu valentía
se amontonan los bozales que quieren imponerte,
con la excusa de la integración
para pasar a ser un fideo más
en la exquisita sopa de la inmersión.
@ Las Crónicas de Ava
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