Las Calles de Granada
En la calle principal rumorean que no hay hambre,
en la calle de los escaparates reclaman la felicidad tajante.
Pido paso en silencio con la pierna que arrastro
por las avenidas de los susurros de la multitud que desplazan sueños a dedo en su pantalla móvil
y secan con la velocidad de sus ausencias mis lágrimas de la travesía valiente.
Cojeo delante de una mujer con pañuelo,
a parecer del este por su rostro eslavo y de ojos finos,
pero cara marcada por “Dios sabe que vida lleva”.
Yo también pase hambre en su día, lo sé,
los justos de hoy, podrían ser los mártires del domingo próximo.
Yo también creí, no precisamente en los discursos de los predicadores,
que querían ser samaritanos sin mancharse los pies de barro
y lamer las heridas de las roturas de los afligidos.
Acabo de salir de una presentación, de un libro,
que cuenta la historia de una mujer que las paso canutas,
allá por los tiempos pre-democráticos,
donde los ojos no sabían de colores y se echaban a la boca mendrugos de pan de Cristo,
así decían, así creían.
Apreté con ojos cerrados la mano de esa mujer luchadora,
quería cultura para no morir en la ignorancia, para vivir un rato conmigo en la estancia.
Salí de esa sala y de mi reclusión de la trascendencia pasajera.
Abrí los ojos al pisar la puerta de la calle. Libros por todas partes.
Había una feria, de historias, de novias, de memorias
y de las cosas que se cuentan las personas.
¡Que fuerte era! Eso me decían.
Si lo era, lo sabía.
Aún así la sombra del retiro y del exilio
me lanzaba cuchillos de hojas plateadas a los pensamientos que avanzaban mi camino.
Si os digo la verdad,
vivir es un milagro.
Valientes son los que respiran.
@ Las Crónicas de Ava
AMAR ES OTRA COSA
Hace 7 años
2 comentarios:
!Precioso,se puede sentir Granada! Muchas gracias
Muchas gracias a ti por leer mi poema Rosalia.
Las Cronicas de Ava
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