Soy la nada porque apenas
siento nada
Estáis acostumbrados a leer
mis frases,
mis visiones de naufrago en un planeta con fronteras
que deberían caer.
Estáis acostumbrados a acompañarme en mis reflexiones
de lunático despierto, de enamorado casual, mis visiones de naufrago en un planeta con fronteras
que deberían caer.
Estáis acostumbrados a acompañarme en mis reflexiones
de destrozado sin alma vinculada.
Cuando pienso en todo el volumen y la cuantía de lo que ya he escrito,
me entra el mareo y el temor de quedarme sin voz y sin fuerza,
y caer seco como las hojas que deciden morir en otoño.
No digáis muy alto que soy Poeta,
me entra la ansiedad de la tristeza permanente.
No me pongáis en peldaños que no merezco ni soporto,
mejor echadme la ceniza de vuestros miedos
y hare lo posible por devolvérosla convertida en cariño para el humano necesitado.
Jamás podré llevar una regular constancia emocional
ni coger la autopista del “siempre a 120”.
Recibo impactos de aquello y de lo otro
y me producen los cráteres dichosos y cuando llego alcanzar
el fondo solo siento la sombra punzante que me destroza por minutos expandidos.
Caer destrozado para renacer en la corona del sol.
No siento nada, así parece ser,
no siento la fuerza que me lleva
y así hoy y ayer constantemente a ráfagas de horas y mareas.
Si salgo a la calle es por pura inercia,
para no quedarme atrapado en las cuatro paredes que se acercan.
Existen y no son imaginaciones estos “No siento nada”.
@ Las Crónicas de Ava